martes, 8 de junio de 2010

Viaje a Bélgica; día 2 (II)

Después de un reconfortante viaje en bus, llegamos a Binche, pueblo donde nos esperaba la segunda visita del día.


Rodeada de edificios de ladrillo, y dentro de uno de ellos, está La Binchoise. Al entrar en el edificio nos sorprende lo que vemos, y lo que olemos. En ese mismo momento, al lado mismo de la entrada, están haciendo cerveza. El olor a malta lo inunda todo, y con esta agradable sensación, comenzamos la visita por las instalaciones.



No tiene nada que ver con Lindemans. Infinitamente más pequeña, y totalmente adaptada a los recovecos del antiguo edificio, vamos subiendo escaleras mientras uno de los dueños nos explica los secretos de su éxito.




Volvemos a la planta baja y encontramos unas cuantas sorpresas junto a la embotelladora y etiquetadora.



La primera, las etiquetas de La Belga, cerveza que hacen en exclusiva para La Maison Belge,

y la segunda, etiquetas traseras de L´Esbardu, una cerveza que supuestamente es asturiana y está hecha con miel de esa región española. Tras un pequeño interrogatorio, descubrimos lo que es evidente, que La Binchoise elabora esta cerveza, y que es la misma receta que la Biere des ours de la misma cervecería. Lo curioso es que la miel sí que la traen desde España, así que, algo de cierto también hay en la etiqueta de la cerveza belgo-asturiana...

El hambre crecía y la visita había terminado, así que nos dirigimos al comedor.


Mientras acababan de preparar la comida nos dedicamos a probar la única cerveza que personalmente no conocía de la cervecería;


De primero, unos crepes hechos con Binchoise Brune y queso Hervé, deliciosos.



De segundo, una carbonade hecha también con cerveza (ahora mismo no recuerdo cual), extraordinaria.


Toda la comida estuvo maridada con las diferentes cervezas de la gama;

Mientras esperábamos al postre, una tarta espectacular, nos deleitaron con la última creación de la fábrica, una cerveza madurada en barriles de Armagnac, de la cual no les quedaban ya existencias, salvo alguna en la bodega personal, con las cuales nos obsequiaron el paladar.

Agradecidos por el trato recibido, y por la comida, nos despedimos relamiéndonos el buen gusto de boca que nos había dejado esta visita. Vuelta al autobús y una hora de camino hacia una de las Venecias del norte, donde nos esperaba todavía una "larga" tarde de visitas turísticas y cerveceras...

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